jueves, 12 de febrero de 2009

Carisma de la Comunidad

Para poder elaborar nuestro carisma primero debemos tener en claro que es un carisma y cual es el carimsa de nuestro Santo guia San Alfonso.

«De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo». (Hechos de los Apóstoles, 2, 2-3).

Los verdaderos carismas no pueden sino tender al encuentro con Cristo en el Sacramento. Las realidades eclesiales a las que ustedes se adhieren los han ayudado a redescubrir su vocación bautismal, a valorar los dones del Espíritu recibidos en la Confirmación, a confiar en la misericordia de Dios en el Sacramento de la Reconciliación y, sobre todo, a reconocer en la Eucaristía la fuente y el culmen de toda la vida cristiana.

Es fundamental al respecto que cada movimiento se someta al discernimiento de la autoridad eclesiástica competente. Por esto, ningún carisma se dispensa de la referencia y de la sumisión a los Pastores de Iglesia.

Ésta es la necesaria garantía de que el camino que recorréis es el justo. En la confusión que reina en el mundo de hoy es tan fácil errar, ceder a las ilusiones. En la formación cristiana cuidada por lo movimientos no falte jamás el elemento de esta fiel obediencia a los Obispos, sucesores de los Apóstoles, en comunión con el Sucesor de Pedro

"San Alfonso" es nuestro modelo de santidad, que nos impulsa con su ejemplo de vida y su celo misionero, a ir por el mundo “anunciando la Copiosa Redención que hay en el Gran amigo Jesús”, a todos los hombres en especial a los más pobres y marginados.

Ese carisma era, y es, el anuncio de la Buena Noticia a los más pobres, al estilo de Jesús de Nazaret: con la sencillez y fidelidad creativa de las Bienaventuranzas. Para ofrecerles gratuitamente lo que gratuitamente había recibido.

Nosotros como Comunidad de Catequistas de Confirmación, compartimos ese carisma, en la formación personal, de cada cada catequistas y de los jóvenes confirmandos, para convertirnos en discípulos de Cristo, lideres deseosos de aprender y de enseñar. Para renovar la fe en la vocación bautismal, recibiendo y valorando los dones del Espiritu Santo. Dando la aceptacion y fortalecimiento de los carismas que se concreten en la renovacion de movimientos y comunidades o en el nacimiento de nuevos carismas, para la formación de nuevos movimientos y comunidades.

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